Todos somos inteligentes


La teoría de las inteligencias múltiples (IM) fue formulada por el psicólogo Howard Gardner (Harvard University) en 1983 en su libro “Las estructuras de la Mente”. Su concepción rebasó el concepto generalizado de una inteligencia única, y se enfrentó directamente al conocidísimo Cociente Intelectual (CI) que todavía hoy día es utilizado tanto por el público en general como en entornos educativos y psicológicos. Como cualquier teoría, la teoría de las IM tiene tanto detractores como seguidores, y continúa siendo objeto de debate y revisión. De hecho, a sus primeras 7 inteligencias, Gardner y sus colaboradores sumaron una octava, la naturalista, y posteriormente se ha llegado a hablar de hasta 11 tipos de inteligencia diferentes.
Como coordinador de los equipos psicoeducativos de Unidades de Escolarización Compartida (2004-08), trabajé con algunos de mis colegas para encontrar una batería de tests ideal y optimizada para las características de nuestros alumnos que pudieran aportarnos información y orientaciones para guiar la práctica psicoeducativa. Tras una selección rigurosa entre las pruebas existentes en el mercado, las aplicamos. La conclusión fue unánime: ni siquiera acotando el perfil de alumno y aplicando las pruebas que consideramos más adecuadas logramos obtener más que una cantidad ingente de trabajo, una desmotivación total por parte de los alumnos –sino una oposición directa- y una información que nos ayudaba muy poco, o nada, a nuestro cometido de educar y favorecer el desarrollo integral de los chavales.
Ya conocía entonces la teoría de las IM. Por ese motivo trabajábamos también en paralelo con diversos programas de intervención diferentes: no centrados en analizar y clasificar a los jóvenes sino en cómo estimular su desarrollo a partir de su potencial. Aquello de "identificar las fortalezas para estimular el desarrollo de las carencias”. En definitiva, los programas de intervención dieron muchos más frutos a nivel psicopedagógico que la aplicación de baterías de test.
"Cada ser humano tiene una combinación única de inteligencia. Este es el desafío educativo fundamental" H. Gardner

Por tanto, hoy día, sigo creyendo más en la IM que en el CI y sus derivados. Cuando un caso llega a mi consulta suelo prescindir de los tests standarizados y prefiero utilizar mis propios “instrumentos”, tanto de análisis como de intervención.

Muchas veces encontramos que el niño o adolescente no quiere hacer los deberes de matemáticas, pero estará encantado de coger una cinta métrica y calcular los metros cuadrados de las paredes y la cantidad de pintura que necesitaría para cambiar el color de su habitación. Otro alumno, con gran sobrepeso y claro objetivo del “bulling” por parte de sus compañeros, se acaba refugiando en una identidad virtual en comunidades de juegos y relega a un segundo término la asistencia a la escuela. En este caso encontrar alguna actividad motivadora y trabajar sobre sus emociones y pensamientos a partir de la experiencia, puede ser una buena propuesta. Si le proponemos grabar esto en vídeo y publicarlo en un blog, seguramente lo hará de buen grado. La teoría de las IM –y otras muchas- está detrás de ambos ejemplos.
"La realidad es que en la gran mayoría de las escuelas e institutos se adoptan currículos uniformes -obligatorios por ley- en los que todos los alumnos han de estudiar las mismas asignaturas y casi siempre de la misma forma".

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